Durante mucho tiempo me hizo falta el agua. Dicen que el agua son muchas dualidades: curación y sufrimiento, protección y vulnerabilidad, cambio y constancia, silencio y rabia. El agua en todo su esplendor es considerada purificadora del alma. Y así como el vaivén del agua, así a la deriva yo. De nadar a hundirme, de flotar a ahogarme. De ir en contracorriente y de dejarme llevar.

Dicen que el agua cura las energías, que el agua de río, del mar y del cielo se lleva lo viejo y hace espacio para lo nuevo. Mi alma necesitaba el agua, mi alma me pedia sumergirme, pero mi corazón no estaba listo. Al intentar retenerla siempre, el agua consiguió cómo salir de mí; lloré toda el agua que tenia por dentro escondida en un baño a medianoche para no alarmar a esos que contaban mis calorías, que veían la falta de sonrisas y la ausencia de vida.

Pero como el cauce de un río, nada permanece igual y con el pasar de las lunas el curso cambia. Un paso a la vez, por más difícil que sea, te lleva. Lo que ves cambia. Lo que piensas, cambia. Quién eres, cambia. A punta de golpes te das cuenta que el Universo te habla, te guía, te manda gente para ayudarte a navegar porque si no aprendes, te estrellas de orilla a orilla. Una y otra vez.

Ya es casi un año desde que se me hundió el barco y el Universo me mandó de vuelta a mi orilla. Aunque quizás no navego del todo, hay días que empiezo a sentir que quiero. Empiezo a sentir que puedo porque toda esa gente que ha estado por mi camino en el último año, no ha sido por casualidad. Confío que como almas nos escogimos en esta vida y qué bonito es pensar que estamos juntos en todas las eternidades para ayudarnos y contenernos.

Hoy creo que puedo, pero puedo por ustedes.

Por Anita por las conversaciones en la arena, por recordarme que una vez está bien, pero que más de una es un hábito que no cambia.
Por Javier por todo el mar de Higuerote.
Por Sebas por una conversación en las dunas.
Por Grazia por todo el dominó.
Por Vane por obligarme a celebrar la llegada de otro año.
Por Carpio por recordarme a quiénes se llevan los espíritus del llano.
Por Alex por adoptarme.
Por Fico por ser mi comcañero.
Por Luigi e Izi por el café de las tardes.
Por Erik por tenerle miedo a las tortas de Nena.
Por Carole por confiar en la locura de las almas.
Por Titti por ser la magia contenida del universo.
Por Ezio por el Tarot y la alquimia.
Por Maximo por la arrechera que brota de su eterna lealtad.
Por Opi por tratar de entender, de tener miedo a preguntarme pero de hablarme desde la verdad.
Por Mariana y a Dushi por el “té” de las 5.
Por Gimli por amenazarme con retroceder.
Por Ricky por admitir derrota y darme el volante de la Autana.
Por Laura por el spam feliz de Max.
Por Tico por repetirme que eso no se cura.
Por Atenas por gritarme en la cara la importancia de rodearse de aquellos que saben que te quieren.
Por Patricio por todos los Podcasts de almas y hacerme creer que no existen coincidencias.
Por Johnathan por regañarme para comer y acompañarme durante el insomnio.
Por Tia por haber venido.
Por Ali por siempre hablar desde lo objetivo.
Por Lelle por escuchar y siempre saber qué decir.
Por Mari por estar, por estar siempre.
Por Tayla por amenazarme por mi propio bien.
Por Isa por ser mi guía espiritual y abrirme el Universo.
Por Astrida – por no decir nada cuando me vio. Por tragarse el hígado y hacer un esfuerzo visible de no mandar, sino de dejarme fluir.

Por Omi por desatar la tormenta.

A mi tribu de agua, gracias por arrastrarme a la orilla. Sin ustedes no habría aprendido que lo único que necesito para flotar, es una balsa de ustedes.
Gracias.
De verdad.

7 Comments on “Al agua.”

  1. Esa es mi Ale, es muy fácil decir tú puedes pero desde lo más profundo del agua te lo diré una y mil veces tú puedes
    Un abrazo enorme

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